De las balsas rústicas y galeones a las majestuosas embarcaciones de la pesca deportiva.
La simbiosis de la historia y la imaginación, con el pasado y el futuro, hacen de esta tierra perfumada un lugar maravilloso.
La historia náutica de los mares de los sudcalifornianos tal vez comenzó con los indios guaycuras, pericúes y cochimíes quienes eran nómadas. En balsas rústicas construidas con tres, o hasta siete troncos de corcho y amarrados fuertemente con cordeles de pita, se hacían a la mar en busca del alimento diario, así como de perlas que utilizaban sus bellas mujeres.
Fortún Jiménez y la tripulación del barco La Concepción descubrieron la existencia de perlas en 1534, cuando ante el asombro de los nativos, llegaron a la bahía de La Paz.
El año siguiente fue para los Californios, un parteaguas. El 3 de mayo de 1535 arribaron a La Paz tres navíos: Santa Águeda, Santo Tomás y San Lázaro, comandados por el conquistador Hernán Cortés, quien, después de llegar a la costa en una canoa de seis personas durante una tarde soleada, pisó está tierra californiana y tomó posesión de lo que nombraron en ese momento, Santa Cruz.
En 1565 se inauguró la línea marítima Manila-Acapulco bajo la dirección del fraile Agustín Andrés de Urdaneta, quien estableció una ruta apropiada para los galeones de Filipinas, con la inauguración del primer galeón llamado San Pablo. Desde esa fecha, miles surcaron ese camino durante más de 250 años; después, atraídos por las perlas y riquezas vinieron a la conquista de esta península.
Los piratas holandeses conocidos como los pichilingues por los nativos, tenían como base la bahía que hoy lleva su nombre en La Paz. Los corsarios ingleses Francisco Drake y Tomás de Covendish, acecharon pacientemente para abordar, saquear e incendiar frente a las costas de Cabo San Lucas al galeón más poderoso de la flota española, Santa Ana, que navegaba cargado de riquezas procedentes de las Islas Filipinas en su ruta hacia Acapulco. Esto ocurrió el 14 de noviembre de 1587.
De esto, y de otros relatos históricos, surgieron leyendas sobre tesoros y fantasmas de piratas que atracaron los mares y escondieron tesoros entre los paredones y las blancas arenas de la bahía.
[two_first]Transcurrió más de un siglo y medio antes de que la conquista espiritual comenzara formalmente. Durante ese tiempo, figuran tres barcos dignos de mención: La Capitana, La Almiranta y San Francisco Javier. Este último lo dirigía el almirante Atondo y Antillon quien transportó al padre Eusebio Kino, uno de los pioneros de la colonización californiana, junto con otras dos figuras religiosas y 24 marineros.
En octubre de 1697, llegó a Loreto en el navío, Santa Elvira, el padre Juan María de Salvatierra, conquistador espiritual. Muchos años navegó por estos mares, y aunque ni de su casco, ni su velamen quedan restos, si está en la memoria de los peninsulares el espíritu del venerable buque insigne del misionero.
[/two_first][two_second]
[/two_second]
En 1709, los piratas ingleses con una flotilla comandada por Wooders Rogers asaltaron los galeones de Manila en Cabo San Lucas, y se apoderaron del barco español Nuestra Señora de La Encarnación. Entonces, se quedaron al acecho de otro galeón, El Begonia, de 900 toneladas que con sus poderosos cañones causaron la huida de los piratas.
Hasta la expulsión de los jesuitas en 1768, se construyeron 4 barcos en la península. Proeza admirable de los misioneros, puesto que, además, trajeron el evangelio, la cultura, las vías de comunicación marítima y el Camino Real, excelsa vía terrestre. Los misioneros abandonaron la península en el barco La Concepción.
Se estableció en aquel tiempo, un sistema político gubernamental y se abrieron comercialmente al mundo las rutas marítimas de la entidad. Los barcos holandeses regresaron, no con carácter bucanero, sino armados para el buceo de la concha madre perla.
De igual forma transitaban, los buques rusos que cargaban sal para sus asentamientos en Alaska. Veleros escandinavos venían a cazar ballenas. Traficantes de pieles de morsa y lobos marinos. Navíos europeos que transportaban el cobre de las minas de El Boleo en Santa Rosalía. Grandes navíos de Europa arribaban a las costas de Bahía Magdalena, ubicada en el Municipio de Comondú, para acaparar miles de toneladas de la planta parásita la orchilla, de la cual extraían la pintura para teñir de púrpura las vestimentas reales y eclesiásticas.
Cabe destacar, que en 1769 llegó a Sudcalifornia una expedición de científicos desde París en un galeón de Manila. Vinieron a observar el paso de Venus por el disco del sol. Tal acontecimiento ocurrió el 03 de junio. Uno de los científicos que participó fue el Abate Jean Chappe, quien se quedó a radicar en la península hasta su muerte. Fue sepultado en San José del Cabo.
En otro intento de Inglaterra por apoderarse de Baja California, los barcos El Auracano y El Independencia atacaron San José del Cabo y Loreto en 1822. Como resultado, los habitantes fueron asesinados y los asentamientos saqueados por feroces piratas ingleses, enemigos acérrimos de los españoles. En 1830, se abrió el puerto de La Paz. Las actividades marítimas y el anclaje disponible marcaron el comienzo de la recuperación comercial y económica del territorio.
Inició toda una época de la marina mercante, puntal del progreso a través del muelle fiscal desde la segunda década del siglo XVIII hasta 1964, cuando llegó el primer transbordador La Paz a esta ciudad capital. Esto originó la transformación cultural, al arribar gente de todas partes con sus tradiciones, costumbres y conocimientos, así como el auge del negocio de la compra y venta de productos importados.
Al transbordador La Paz, le siguieron el Díaz Ordaz, Benito Juárez, Puerto Vallarta, Mazatlán, Coromuel, Loreto, Azteca y Guaycura que formaron parte de la federación. En el negocio de los transbordadores existió en los 80, la ruta entre Cabo San Lucas y Puerto Vallarta, sin embargo, por así convenir a los intereses del desarrollo turístico este servicio concluyó.
En 1997, se estableció la Administración Portuaria Integral de Baja California Sur, S.A. de C.V., empresa concesionaria del Gobierno Federal para administrar y operar los puertos del Estado. Los resultados están a la vista. Se abre el cabotaje en el Puerto de Pichilingue con los puertos de Lázaro Cárdenas y Manzanillo.
A principios de la década de 1960, intrépidos aventureros arribaron a Los Cabos en embarcaciones ligeras para disfrutar del paisaje y las bellezas de la zona. En seguida, los primeros prestadores de servicios turísticos iniciaron actividades. Se puede considerar que el primer hotel no estuvo en tierra, sino en el mar y era un velero motorizado Goodwill.
Los hombres, mujeres y sus familias que visitaron esta tierra perfumada por aquellos años, sin duda alguna, entre sus recuerdos tendrán nombres de embarcaciones y personas que con su calidez dieron inicio al prestigio de Los Cabos. Palmilla con embarcaciones como: Buena Suerte, Chiriquí, Lilita, Costa Azul y Ramona. Chileno con la Marmota I hasta Marmota VIII. Finisterra contaba desde Tortuga I hasta la Tortuga VIII. Solmar también colaboró con una flota pesquera.
Ahora, Los Cabos tiene la flota de pesca deportiva más grande del Pacífico. Majestuosos yates y cruceros que navegan desde las costas de Estados Unidos, pasando por los principales puertos del Océano Pacífico y de la península de Baja California. Se internan en el mar para continuar con esa gran odisea para pescar, o solo descansar días o semanas en el paraíso de esta Tierra Perfumada.