Un almacén situado en la azotea de un viejo edificio conocido como El Sorbazo fue, por muchos años el lugar de refugio de buena parte de la memoria histórico documental de la península californiana.
Además de la humedad y hongos, los estragos que sufrió este valioso legado vienen de tiempo atrás. Varias incursiones filibusteras, invasiones extranjeras y conflictos políticos internos a lo largo del siglo XIX en la península provocaron a que las autoridades locales ordenasen el traslado de los archivos a distintos lugares con afán de salvaguardarlos.
[two_first]Un ejemplo de pérdidas documentales notables tuvo lugar durante el enfrentamiento bélico contra los invasores norteamericanos en 1847, la falta de armas y municiones obligó a los defensores de la tierra bajacaliforniana a utilizar “los papeles más viejos” para confeccionar cartuchos de pólvora. De esta forma la historia de la ocupación jesuita de Californias y parte de la del siglo XVIII, se convirtió casi por completo en patrióticas cenizas.
Gracias a la actitud conservacionista de los funcionarios a partir del siglo XIX, la reducida memoria histórica peninsular pudo ser rescatada una y otra vez, la existencia de el Archivo Histórico con sede en La Paz es prueba de ello.
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A fines de los años sesenta, historiadores, estudiosos y ciudadanos preocupados, impulsaron el rescate de este acervo documental con el propósito de crear el Archivo Histórico Sudcaliforniano, ideal que se vio cristalizado el 9 de mayo de 1969.
¡Vaya un reconocimiento para ellos, y para quien cotidianamente dedican parte de su vida a la conservación y ordenamiento del valioso acervo histórico calisureño!.
Uno de los fines que obedece la creación del Archivo Histórico del Estado es para que sus acervos sirvan de sustento en la construcción de la península californiana. Por esa razón, una de sus funciones centrales es el servicio público, constituido éste principalmente por investigadores y estudiantes de educación media superior y superior.
Pablo L. Martínez (1898 – 1970)
El Archivo histórico es nombrado en homenaje al escritor e historiador nativo de Santa Anita, municipio de San José del Cabo, Pablo Leocadio Martínez Márquez.
[two_first] Don Pablo fue de los primeros sudcalifornianos en investigar directamente en los acervos documentales, nacionales y extranjeros, que tuvieran materiales sobre las Californias. Una de sus obras de historia más reconocidas: Historia de Baja California (1956), dibuja los primeros trazos generales de la historia peninsular. Tras una exhaustiva búsqueda en los registros civil y eclesiástico de las principales poblaciones sudcalifornianas. Produjo además otro importante texto: Guía familiar de Baja California Sur 1700-1900 (1965).No obstante, de estar inconclusa, después de su muerte fue publicada: Historia de la Alta California 1542-1945 (1970), en la cual se puede apreciar una mayor experiencia y oficio en el manejo de fuentes primarias y el tesonero carácter en la búsqueda de información.
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Sin duda, el profesor Martínez se ganó un imperecedero reconocimiento cuando en junio de 1990 fue declarado Sudcaliforniano Ilustre, y sus restos depositados en la rotonda construida para este fin.