El horizonte es más bien algo en nuestro camino… se desplaza al paso de quien se mueve…
La Tierra Perfumada, Sudcalifornia, como otras tierras, forja personajes singulares, únicos con ciertas características que simbolizan el sentir y la forma de vivir de la mayoría de los pobladores.
“Yo nací en la que hoy es la biblioteca de San José del Cabo, esa casa grande que está ahí, la casona le decíamos. Era una casa que tenía como seis cuartos muy grandes, altos, hechos de paredes gruesas, techo con vigas de palma y atravesados estaban los ladrillos y el entortado en la parte de arriba. Tenía un corredor amplio, con arcos de madera a cuadros, precioso se veía. La casa era más o menos lo que es una cuadra, la casa y lo que era el patio, porque la cocina estaba anexa a la casa, no estaba integrada. Era una cocina de hornillas, al estilo viejo, colgaban los enseres: ollas, sartenes y todo eso, una mesita como un desayunador, digamos…”
Palabras que posibilitan al lector evocar al San José del Cabo de la década de los cuarenta del siglo XX, comunidad aun sin rasgos turísticos, una población pequeña, con valores familiares muy arraigados, cuyas carencias y aislamiento geográfico aportaban ideales de solidaridad y fraternidad.
[two_first] “Se vivía en comunidad, era como una familia grande. Teníamos abiertas las puertas de cualquier casa. …Me tocó vivir la época del tomate, la época de las moliendas, de la caña de azúcar, de la panocha, del guarapo, de aquellos corazones que se hacían tipo de panocha… de la melcocha… era una industria. Eso junto con la carne seca de tiburón, de su hígado y aceite…, era lo que florecía aquí…el tomate de exportación, después de la segunda guerra mundial…ya después Sinaloa produjo en demasía y pues ya bajo el precio y ya no era redituable aquí”.[/two_first][two_second]
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Estas remembranzas no son para volver a ese pasado, sino para reflexionar y señalar que en esta fusión de horizontes es posible encontrar la libertad y el amor.
Los Cabos al igual que los diversos pueblos de nuestro México, añoran siempre un mejor porvenir, los lugares remotos del final de la tierra, son una invitación al descanso y al alimento del espíritu, a vivir experiencias de libertad. La vida en nuestros pueblos, las caminatas por sus calles, por los diversos rincones, por las montañas, por sus cuerpos de agua, aventuras en el Mar de Cortés y el Océano Pacífico, ya sea disfrutando del nado, de la arena de la playa; o de un sabroso ostión o langosta.
Las dos principales ciudades de Los Cabos: Cabo San Lucas y San José del Cabo, se separan en su origen por 32km, distancia que actualmente se pierde, puesto que la carretera que los une está llena de majestuosos servicios turísticos. Este proceso de hibridación, tanto geográfica como cultural, estará seguramente al cuidado de los que aquí vivimos y de los visitantes. Dará como resultado un mejor destino para vivir, descansar y disfrutar de esta maravillosa Tierra Perfumada.
La fusión del horizonte es el apoyo a la cultura, a que las ideas de donde vengan siempre deben apuntalar la construcción social que lleva al camino de la identidad y el respeto. La fusión de horizontes actúa mediante nuevos vocabularios de comparación por cuyo medio es posible expresar los contrastes interculturales. No se trata de registrar un catálogo con reglas de convivencia, sino de señalar que, en la historia de las colonizaciones, la fusión de horizontes ha sido cuestión de perseverancia. Solo a través de la tolerancia y el respeto a la interculturalidad se solidifican las sociedades.
Por esto las personas nacidas en esta península o quienes por decisión propia adoptaron este lugar, han sumado sus ideales, su forma de ver la vida, pero sobre todo el respeto y el amor a la libertad, y son parte de la sociedad actual.