Entre 2017 y 2021 se construirán más de 4,700 cuartos de hotel en Los Cabos, que sumados a los 16,474 existentes, implican un aumento del 28.5% y un total superior a las 21,000 unidades. Esto permitirá al destino mantenerse como uno de los favoritos del jet set internacional, al contar con mayor oferta de establecimientos exclusivos y esperando también una mayor afluencia de turistas, que únicamente vía aérea tuvo un incremento del 11.6% de 2016 a 2017.
Con el crecimiento de la oferta hotelera se requiere un proporcional cambio en el paisaje natural. Los espacios vacíos que por años se consideraron parte de la imagen colectiva del destino, hoy albergan construcciones de impresionantes dimensiones y diseños que alteran la lectura tradicional de Los Cabos, en aras de importar una arquitectura contemporánea que pueda competir con resorts de otros destinos internacionales.
En un momento en que el estilo arquitectónico contemporáneo se ha decidido imponer sobre el tradicional, la simplificación de las líneas y los volúmenes genera interesantes y ricas propuestas inspiradas en la topografía, la vegetación, los colores, así como la imagen viva y cambiante del destino.
No es de extrañarse por ello, que en muy poco tiempo, estos nuevos íconos arquitectónicos se hayan contextualizado y formen ahora parte del horizonte de Los Cabos como si siempre hubieran estado ahí, utilizando la topografía para nacer de un suelo que les pertenecía antes siquiera de imaginar su misma existencia, sin alterar ni el ecosistema ni la ciudad.
Este movimiento contemporáneo se ha encargado de difuminar los principios tanto de la arquitectura como del arte para proponer obras reaccionarias que hablen coherentemente del momento histórico de este destino, deja atrás simbolismos y tabúes que impedían un desarrollo globalizado y competitivo y da paso a hermosas obras que contemplamos asombrados.
Respetando emblemas individuales de marcas y arquitectos, esta línea de diseño que se ha impuesto en Los Cabos enfrenta la complicada tarea de mantener de forma conjunta una imagen colectiva en la que participen todas las nuevas construcciones y diseños, a la vez que se mantiene la individualidad y se permite a turistas y habitantes reconocer y distinguir cada uno de los íconos arquitectónicos, lejos de la dialéctica contemporánea criticada por Avelina Lésper.
Es sin duda un gran reto para los diseñadores, arquitectos y urbanistas de este nuevo horizonte convertir sitios universales que caracterizan a los espacios turísticos, que el antropólogo Marc Augé llama “no lugares”, en experiencias que logren adaptarse al contexto y generar en sus huéspedes sensaciones únicas e irrepetibles, ligadas a un espacio sin el cuál no podrían existir.
Más allá de responder a una globalidad en la que se han generado edificios que podrían moverse de un destino a otro sin generar ápice de emoción o sentido de apropiación, es momento de reconstruir un destino que al llenar los vacíos que lo caracterizaban, conserve su lectura para mantener la imagen que maravilla a sus visitantes.
Con un flujo actual mucho mayor vía vehicular que marítimo, ya sea por el Pacífico o el Mar de Cortés, indiscutiblemente la carretera transpeninsular es la vía más importante de comunicación en el destino. Por tanto, requiere que los planos en las fachadas de los nuevos complejos sean tan o más atractivas que la interminable vista hacia el mar y recomponer la belleza natural del destino. Así, la arquitectura tiene la titánica tarea de generar un paisaje que pueda ser aún más bello e imponente que la naturaleza misma como en su momento, y en otras condiciones, lo lograron los Griegos y los Romanos.
En este sentido, la construcción del nuevo horizonte de Los Cabos presenta 3 retos indiscutibles: la construcción de un horizonte atractivo donde se respete la topografía y características del ecosistema apreciable desde el mar. La construcción de fachadas con una imagen urbana que permita la generación de una nueva lectura del destino que converja lo tradicional con lo contemporáneo y lo artificial con lo natural desde la vialidad. Y finalmente, utilizar los valores del suelo, determinados por la ubicación y la vista a nuestro favor para obtener paisajes congruentes con su uso, evitando espacios subutilizados y de poca rentabilidad como estacionamientos pequeños o proyectos de baja densidad.
Las ciudades son entidades que cambian y evolucionan constantemente conforme nosotros, sus habitantes y visitantes, lo hacemos también; nos cobijan cariñosamente y nos brindan los espacios naturales, artificiales, abiertos y construidos para realizar nuestras actividades, logran despertar en cada uno el tan anhelado sentido de pertenencia que todos buscamos. Estamos seguros que la transformación que hoy en día que se está gestando en Los Cabos, será un exitoso proceso en el que todos nos beneficiaremos y podremos disfrutar de un destino contemporáneo, atractivo y humano que logre dejar huella en cada uno de nosotros.