Los primeros pobladores de esta Tierra Perfumada plasmaron sus vestigios en el arte rupestre, en ellos expresan su relación con el medio ambiente. Estas huellas históricas, sin duda son de enorme relevancia puesto que constituyen una de las cinco concentraciones de arte rupestre más importantes del mundo. El arte rupestre sudcaliforniano es como un ideograma mágico de un pueblo eminentemente artístico, que desapareció hace miles de años, pero que continúa presente a través del arte.
Son muchas las hipótesis sobre su llegada, sin embargo, el trabajo realizado en las rocas por medio de petrograbados y pinturas, refleja el atractivo que significaba su estado natural para dichos pobladores.
Antes del descubrimiento por parte del mundo occidental, surgió una leyenda que motivó la llegada de expediciones a la península de California, como era llamada en Europa. Esta decía que era habitada por mujeres.
[two_first] Los antiguos misioneros en algunos de sus escritos mencionan que habían llegado a una tierra desértica y con una población muy violenta, esto último fue algo que les costó mucho. La conquista espiritual como verdaderamente se le llamo a este proceso de evangelización, sin duda alguna, les provocó toda una hazaña, una verdadera seducción.[/two_first][two_second]
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Esos vestigios o historias de ese acontecer se encuentran en las misiones esparcidas en toda la península de Baja California, en sudcalifornia son famosas, la misión de San Ignacio, Santa Rosalía de Mulegé, Loreto, San Javier.
La conquista espiritual en buena medida es fruto de la fantasía colectiva y de la literatura, en ella se expresa el carácter místico de esta Tierra Perfumada, y el carácter indómito y agreste que cautiva.
La constancia y la pasión que estuvo en la mente de los primeros navegantes, los mitos acerca de ciudades de abundancia, islas maravillosas y pasos ocultos que la literatura había creado, a manera de premonición fantástica, adelantándose a lo que después sería descubierto, son los primeros indicios de lo que esta región es capaz de aprisionar.
El francés Jacques Cousteau bautizó al Golfo de California como el acuario más grande del mundo, encontró en él un motivo asombroso y este fue sin duda la gran riqueza de una elevada diversidad marina, un factor fundamental en el atractivo turístico.
La belleza de la fauna y flora marina han hecho de este mar, uno de los lugares predilectos de buzos nacionales y extranjeros que suelen sumergirse en diversos sitios para admirar la gran variedad de corales y arrecifes como los de Cabo Pulmo cerca de Los Cabos, o las famosas cascadas de arena en la Bahía de Cabo San Lucas.
Ramón Bravo, camarógrafo y hombre dedicado incansablemente a proteger y difundir los océanos del planeta. Investigador submarino, camarógrafo, fue un guía del mundo submarino contemporáneo, buscando siempre las maravillas de los mares y en especial del mar de California. Ramón realizó al lado de sus grandes amigos oceanólogos, periodistas y colegas camarógrafos como el famoso comandante francés Jacques Cousteau, Alberto Friscione, Manuel Lazcano, y Bruno Vailati, diversas expediciones para filmar y dar a conocer al mundo a través de sus esplendidas filmaciones las bellezas de esta tierra.
Uno de los primeros aventureros fue Ray Cannon, reportero nacido en el estado de Tennessee en la Unión Americana. Visitó la península en 1947, recorriendo 1,300km prácticamente por terracería, en ese momento existían solo 100km pavimentados, y quedó maravillado, escribiendo un sinfín de artículos en el Western Outdoor News. Este camino que recorrieron muchos aventureros, es lo que en la época misional se trazó y se conoció como el camino real.
[two_first] La producción de la madre perla que los colonizadores encontraron disminuyó y en 1929 era cosa del pasado. Hernán Cortés pisó el suelo sudcaliforniano el 3 de mayo de 1535 y Abelardo L. Rodríguez Montijo, justo en el mismo lugar donde se pusieron las tres cruces (400 años después), fue hechizado por el extraordinario paisaje, la gama de colores en ese mar tranquilo.[/two_first][two_second]
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Abelardo seguro pensó -si bien las perlas han terminado, las cruces albergan un gran tesoro -.
En 1948 Abelardo L. Rodríguez Montijo y Lucille Bremer, convirtieron Rancho Las Cruces en un refugio de lujo, y lo que ellos llamaban el hogar. En este mismo espacio socios y amigos construyeron sus casas: Robert Fisher, Desi Arnaz, Bing Crosby, Charles Jones y Roger Bacon, John Wayne grandes personajes del cine norteamericano.
El poeta sudcaliforniano Jesús López Gastelum en su poema California Sur nos dice: “…arteria de mi patria, silueta caprichosa…yacija de leyendas, de cactus, arreboles y piratas…tierra…prodiga de sales y de espumas…montañas… que ocultan el tesoro de su entraña…arteria de mi patria llevas en tu caudal un rio humano…”
Cuenta Don Salvador Olmos, colaborador y amigo de la familia Rodríguez Bremer, antiguos propietarios de Hotel Palmilla, “En 1968 llegó al hotel Liz Taylor acompañada de un número importante de sus allegados, una estancia que duraría tres días abarcó 30 días. Al cuarto día los acompañantes empiezan a dejar el hotel, y la Sra. Taylor se quedó. Paseaba por el hotel, caminaba por las playas, tomaba el sol, platicaba con las personas, disfrutaba visitar al personal de cocina, en sus labores. Disfrutó a plenitud, dejó por esos días la vida de Hollywood.”
Llegó y no quiso irse, ¿qué la sedujo? la tranquilidad, la amabilidad de los trabajadores, el carisma de los pescadores, el sol de la mañana, las espectaculares vistas.
Son incontables las razones para que esta Tierra Perfumada, el final de la tierra, la tierra incógnita, la tierra de la apacibilidad, la tierra de los maravillosos arreboles, sudcalifornia en sí, hechice al visitante. Los lazos establecidos por esta región con una inmensidad de personas dan lugar a que sigamos pensando que verdaderamente estamos en una región mágica.
Revista Completa: http://bit.ly/TravesiaEntreDosMares-T44