Mitos, leyendas, historias truncadas y archivos robados, quemados y destruidos hacen de la historia de Baja California Sur un verdadero laberinto respecto a los orígenes de su comunidad. El libro, “Guía Familiar de Baja California 1700—1900” compilada y revisada por Pablo L. Martínez hace casi 60 años, nos da una idea de las personas que iniciaron la sociedad actual con una diversa mezcla de apellidos provenientes de España, y de Sonora, Sinaloa y Durango en México. Estos nombres incluyen los de indígenas de remanentes tribus locales y, por supuesto, extranjeros desertores de barcos balleneros y piratas de la época que decidieron emprender sus aventuras en tierra sudcaliforniana.
Hoy es fácil distinguir una sociedad local a través de apellidos como Rodríguez, Márquez, Arce, Verdugo, Ceseña, Castro, Ortega, Marrón, entre otros. Sin embargo, hay nombres como Smith, Sandez, Leggs, Gavarain, Fisher, Ritchie, Green y Kennedy, que de ninguna manera es limitativa, pero sirven como ejemplo de la interesante mezcla que sucedió entre los siglos XVIII y XX.
A finales de los años 70, con el proceso migratorio derivado del desarrollo turístico, el sur de la península cambió para dar paso a gente de prácticamente toda la República Mexicana y de una buena parte de ciudades estadounidenses, dándole un toque de pluralidad muy particular a la zona.
Quizás sea este proceso, a principios del siglo XXI, el que empezó a caracterizar a la península como un polo turístico de altísima calidad para la pesca deportiva y el golf, después de haber sido su principal economía la agricultura, ganadería y pesca.
La población no creció significativamente en toda Baja California Sur durante muchos años. Esto fortaleció el espíritu de unión y la solidaridad de los habitantes que se conocían por nombre y apellido a pesar de las distancias. Incluso era común que hubiera matrimonios entre parientes de algunas familias, las cuales se identificaban por ser numerosas. Las familias con cinco, seis o más hijos eran fáciles de encontrar y todas participaban en las diferentes actividades económicas.
La interrelación socioeconómica y política del sur del Estado es diferente de la del norte. El sur tiene la parte de gobierno y turística, y, en el norte, el desarrollo económico está basado en agricultura y ganadería principalmente. Las largas distancias en un Estado unido por una sola carretera acentuaron las diferentes economías a lo largo del tiempo, pero siempre en un marco de gran respeto e integración.
El turismo que se generó como resultado del golf y la pesca propició la apertura de nuevos e interesantes mercados y oportunidades de empleo que hicieron que la zona fuera atractiva para personas que buscaban emigrar de las grandes ciudades o interesadas en emprender una nueva aventura.
Cierto es que, en el presente, el sur de la península es una zona pluricultural, absolutamente heterogénea, donde converge el espíritu de solidaridad, de ayuda, de desarrollo y de trabajo en equipo que la convierten en un imán social interesante.
No es difícil venir a vivir, a crecer y a desarrollarse en Baja California Sur. Lo difícil es dejar de hacerlo.