Como lo mencionan varios historiadores, la península de Baja California fue una tierra aislada y escasamente habitada. La población sudcaliforniana incrementó el número de residentes de acuerdo con el espacio, el tiempo, ciertos puntos de historia específicos y la evolución continua de las clases sociales.
La ciudad de La Paz en Baja California Sur es donde inició este tema de mi interés. Mientras examinaba la página del archivo histórico Pablo L. Martínez, me topé con varias fotografías que captaron mi atención. Sin que me diera cuenta, las estaba analizando como lo hacía en la universidad, en clases de métodos y técnicas de investigación, historia de los repositorios, archivos y bibliotecas, multiplicidad de fuentes para la historia, historia del arte, introducción a la investigación de la historia del arte, fueron las clases donde aprendí a desarrollar la práctica de la investigación y el sentido de cuestionar.
Revisé varios retratos de mujeres de distintas edades, que van desde año 1900 al 2009, sin embargo, decidí enfocarme en los años de 1905 a 1913 porque me di cuenta de que en ese tiempo hay más fotografías de mujeres originarias de La Paz. Examiné su atuendo, pose y escenografía; también las comparé con otras fotos que encontré con vestimenta más sencilla, aunque —a ratos— fue algo difícil de notar por el deterioro de la imagen y la similitud de prendas. Me interesó indagar sobre estas féminas de élite paceña.
Durante el gobierno de Porfirio Díaz, la ciudad capital de Baja California Sur fue La Paz. Este presidente tenía una admiración por Francia debido a que era la capital cultural del mundo. Su fascinación por el estilo sofisticado afrancesado se hizo presente en el urbanismo de algunos lugares de México, aunque hay opiniones de historiadores donde aseveran que debido a las dificultades políticas y económicas por las que atravesó entonces el México independiente, la influencia francesa no se hace sentir de lleno sino hasta el Porfiriato.
Sin entrar en demasiados detalles sobre los edificios, planeación y organización; Baja California Sur se ha destacado por su distancia geográfica. En épocas pasadas, el vínculo era más complicado con el interior del país, pero no imposible, gracias a los distintos métodos de comunicación terrestre y marítima. La vida cultural de esta península se adquiere durante el Porfiriato (1876 – 1911) con gran influencia francesa presente en las construcciones, la moda e incluso la cultura gastronómica.
Sobre la moda. Las imágenes que analicé son de mujeres fotografiadas entre 1905 y 1913, son de clase alta, lo noté en su vestimenta, accesorios y zapatos. Los elegantes tejidos eran exclusivos de las mujeres adineradas, el peinado junto con el tocado y algunos sombreros son características paceñas de la alta sociedad.
Así que, complementando el escaneo, estas damas eran inscritas en la escuela para señoritas de la Sra. Encarnación A. Cervantes, donde se les impartía: lectura, escritura, aritmética, gramática, música, catecismo histórico, reglas de urbanidad y costura, todo para una mujer dedicada al hogar. Una vez casada ponía en práctica lo aprendido en clase, hacerse cargo de administrar el dinero y era quien veía cómo sostener el hogar con servidumbre, comida, telas, joyas, costear un piano y animales de cría.
La costumbre era pasear del brazo de su esposo por el Jardín Velasco, principal escenario de las fiestas públicas, sin importar los contrastes sociales. Los jueves y domingos eran días de eventos musicales, serenatas, kermeses, carnavales y mítines políticos. En el año de 1907 era tradición ver los fuegos artificiales de la fiesta del 16 de Septiembre, se instalaban puestos de cantina, rifas, banco, restaurantes y cervecerías atendidos por señoritas de sociedad.
El atuendo era esencial. Al respecto, en uno de los periódicos de la época, se anotaba lo siguiente: en la elegante soirée, concurren a lucir la seda, sus muselinas, blondas y finos valencieus, ricos te-gorons, trajes de estación; caprichos de la moda que venían principalmente de la capital francesa, y que se encontraban disponibles en La Perla de La Paz y La Torre Eiffel, tiendas que se distinguían por su carácter importador.