Impacta la pared, ver el muro de piedra, imaginar lo que fue aquel espacio, qué pasó alrededor, cómo vivieron aquellos jesuitas y cómo construyeron la primera misión. Hoy no quedan más que ruinas.
Con la llegada de los misioneros jesuitas a las tierras de Baja California Sur, a sólo 20 km al norte de la cuidad de Loreto y dentro del mismo municipio, el padre Eusebio Francisco Kino, Matías Goñi y Juan Bautista Copart, llegaron al primer asiento misional, “Misión de San Bruno” en 1683, fundado por españoles.
Allí, los misioneros fueron bien recibidos por los nativos, quienes les ayudaron a levantar una pequeña capilla, e incipientes pies de casas.
Pero en San Bruno el sol evaporó el agua y secó las cosechas. Sin embargo, guiados por la religión, los misioneros siguieron creando más sitios de fe.
Se le atribuye al padre Kino el inicio de la construcción de la Misión de visita de San Juan Bautista Londó en el año de 1683, pero no pudo verla terminada porque murió antes. En 1699, en la zona norte de Loreto, el padre Juan María de Salvatierra retomó la tarea del padre Kino y fundo la misión de “San Juan Bautista Londó”. Como era residente, Salvatierra tenía la responsabilidad de visitar el lugar y realizar los santos oficios, así como llevar algunas provisiones para los ranchos. La construcción de la capilla fue en 1702 y estuvo a cargo del padre Basaldúa, quien la concluyó en 1705.
Estuvo en función alrededor de diez años, pero fue abandonada tras la disminución de la población que se vio afectada por la epidemia de la peste en 1708, ha permanecido en este estado hasta nuestros días.
Rodeada de zonas ganaderas, rancherías y campos de cultivo, se ha perdido gran parte del edificio de la iglesia. Actualmente prevalece un muro de piedra y un cementerio en el que descansan los primeros apellidos de la región.