La lectura del libro Crónicas de mi puerto, La Paz 1830-1959, de Rosa María Mendoza Salgado resulta fascinante, pues su estilo literario, junto con sus recuerdos y añoranzas hacen que al seguir las líneas nos situemos en el tiempo y en el ambiente de La Paz. Las fotografías que ilustran la obra son tesoro histórico. Sus informes reviven a los forjadores de la ciudad capital de Baja California Sur.
Su investigación sobre los antiguos pobladores y conquistadores españoles es muy valiosa. También lo son las anécdotas sobre la cueva de La Calavera, en la que ocultaba sus tesoros el pirata Cromwell y la transformación de su apellido a Coromuel, que da nombre a una de las bahías y playas cercanas; y al viento suave, que en una época del año alivia de calores al Puerto, así como los mantos perlíferos y el esfuerzo diario de los pescadores por vivir de las riquezas que el Mar de Cortés ofrece, no pasan desapercibidas en este libro.
Llaman la atención los informes sobre el precio del pasaje en la diligencia, que recorría de La Paz al pueblo minero de Triunfo. Curioso e interesante de igual forma, el costo de los diferentes camarotes en los barcos, que provenían de San Francisco y atracaban en La Paz, para continuar después por el Océano Pacífico hasta cruzar el Canal de Panamá, salir al Océano Atlántico y llegar a Nueva York.
[two_first]Sus descripciones detallan la traza de la ciudad, sus viviendas, las edificaciones señoriales de sus almacenes comerciales, en las que destacaban la arquitectura de “La Perla de la Paz” así como la de la llamada “Torre Eiffel”. Son presencias imborrables de la historia del lugar y de los esfuerzos de sus moradores, quienes impulsaron el desarrollo económico de la región. Destaca la construcción del malecón y de la catedral.
Resulta anecdótico y simpático el detalle sobre el uso de los primeros automóviles, en la que las familias prominentes salían a pasear los domingos, para visitar a sus familiares. Lo curioso está en que a los vehículos les colocaban las llantas por la mañana y al regresar por la tarde volvían a quitárselas, montando al auto en trozos de madera, para evitar el desgaste.
De la historia, resalta pasajes de la intervención norteamericana, durante la guerra de 1847, con la resistencia heroica de la población y del Teniente Mijares.
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Es interesante, que un joven y conocido empresario de La Paz, viajó a la ciudad de México para completar sus estudios y que, en febrero de 1913, durante la llamada Decena Trágica, en la que fue asesinado el Presidente Madero, saquearon la casa donde estaba alojado, pero logró salvar las monedas que llevaba para su sostenimiento, ocultándolas en la jarra de agua de la palangana, que en aquel entonces servía para asearse.
Muchas personas que llegaban en barco a La Paz, rumbo a San Francisco, en California, para tratar de hacer fortuna, por la llamada fiebre del oro, se quedaban definitivamente a vivir en Baja California Sur, pues resultaba más enriquecedor quedarse en estas tierras y formar sus grandes familias.
Describe fiestas, paseos, modas, publicidad y anuncios de una ciudad que fue creciendo y llegó a transformarse, por el esfuerzo de sus habitantes, hasta lo que hoy podemos contemplar. Por esto y muchas cosas más, vale la pena leer este libro y conservarlo como parte de la historia de Baja California Sur.
Las Arboledas, enero de 2016.