Escribirles un artículo sobre una Boda Mexicana es igual de difícil que organizarla, es uno de los eventos más esperados e importantes en la vida de una mujer. Plasmar en una hoja todo lo que se vive es un desafío, prometo darles una descripción breve con mucho cariño.
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Todo comienza con un ritual, en el cual el novio hace una especie de complicidad con el padre de la novia, luego viene la sorpresa de como orquestar ese mágico momento. Una vez, con el título de “prometida”, ambos deciden sobre la fecha para la pedida de mano.
Muchas personas podrán pensar que es una costumbre muy chapada a la antigua, como mujer les puedo decir que es uno de los momentos más hermosos y necesarios, puesto que es una forma de reunir a ambas familias para convivir, antes del gran día.
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En el transcurso vienen muchas despedidas de soltera, existen variados temas: bíblicas, regalos de cocina, las que organizan las mamás y claro, el tradicional viaje con amigas.
El vestido en mi caso, lo elegí en un viaje con mi hermana y mi madre, fue el segundo que me probé y no necesité buscar más. Después, ¡recordé que son 3 días de festejos!, que toda la gente que quieres, se tome el tiempo de acompañarte en tu boda amerita tratarlos como reyes desde que llegan al destino donde se celebrará la boda, hasta que se van.
La pedida de mano es una tradición muy mexicana en la cuál se organiza una reunión con la familia directa de la pareja. En ésta el padre del novio pide al padre de la novia a su hija en matrimonio para su hijo.
Ahí comienza el maratón mexicano. Día 1. El encantador rompehielos, decidimos casarnos por lo civil y hacer una celebración más relajada sin tanto protocolo para que nuestros invitados se conocieran, terminamos a las 5am, y todo un éxito.
Día 2. El Gran Día. ¡Pensé que iba a estar nerviosa!, en realidad solo sentía una tremenda felicidad y no podía dejar de sonreír. Entre maquillistas, fotógrafos, familia y amigas que entraban y salían de mi recámara, era una locura.
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Hice un poco de trampa y no aguanté la emoción de llamarle por teléfono a Héctor, mi novio. Él es mi todo, mi mejor amigo, mi compañero de vida, mi pareja, mi amor. Escuchar su voz, fue un entusiasmo que me recorría todo el cuerpo. Después, de esa llamada lo único que podía pensar era correr con él. Todos me preguntaban porque no tenía nervios y la verdad es que realmente me casé feliz y enamorada.
La iglesia fue un sueño hecho realidad, todo era perfecto porque tenía a mi lado lo más importante que era, es y seguirá siendo, mi compañero de vida. Nunca me cansaré de agradecer todas las bendiciones que se me han dado. Con mi marido en mano continuamos a nuestra recepción, sin lugar a duda, es lo que le da el toque divertido.
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Día 3. Post-boda. Ya todos cansados, como buenos mexicanos seguimos con unos cuantos tequilitas y mariscos que despiertan a cualquiera.