Cerca de Cataviña, miles de inmensas rocas redondas transforman el paisaje en un espectacular jardín. En diversos tamaños, desde muy pequeñas como canicas o enormes como una casa, todas ellas dispersas en una gran extensión dando la impresión de haber sido cuidadosamente dispuestas por la mano gigante de la naturaleza.
Cirios y plantas de cactus brotan como una cuña de la redondez de las rocas luchando por crecer hacia arriba, creando una increíble vista. Cada grieta viene siendo un apoyo para sus resistentes raíces.
Entre las plantas originarias de la península que se distinguen por su singular rareza, está la “pata de elefante”, cuyas raíces brotan en los lugares más insospechados. Este fascinante árbol es nativo de la península. Tiene un voluminoso tronco rugoso y grisáceo, como enorme pata de elefante. De ahí viene su nombre y en lo alto brotan unas larguísimas ramas verdes de caída deforme y ondulante que bien pueden recordarnos la trompa del elefante.
Cuando llueve, lo que es extraño en estas tierras, le crecen finas ramas hasta el suelo, pero en tiempo seco sus brazos se tuercen como garras contra el medio ambiente.