Mientras las estrellas se asoman en el cielo y el clima te permite estar cómodo, sin frío ni calor, Chamuyo Restaurant aparece entre árboles y luces parpadeantes. Las mesas bajo la luz de la luna son de madera y la cocina es abierta para que puedas emocionarte, cuando ves que sale un corte de carne y crees que viene para ti, solo para pasar a tu lado y ser entregado al vecino de al lado.
Sentarte en cualquiera de estas mesas esparcidas a lo largo del discreto espacio es para ir en compañía de tu familia, de tus amigos o de tus compañeros de trabajo. Pero el secreto mejor guardado de Chamuyo es su barra.
La barra, de colores grises y cafés, está al fondo del restaurante con cientos de botellas formadas en el anaquel esperando a ser vertidas en alguno de los deliciosos cocteles de Norberto Pérez.
Esta salida deberá ser de dos. Tu mamá y tú. Tu amigo y tú. Tu hermano y tú. Tu pareja y tú. Siéntense en alguno de los bancos altos y volteen sus sillas para ver sus caras. La intimidad del momento y lo que Norberto, el mixólogo, empezará a prepararte es una sorpresa que no te esperas.
Norberto Pérez lleva 14 años creando tragos y 6 han sido para Chamuyo. Su amor y respeto por la barra fluye con vibrante energía mientras escuchas comandas salir y corre de un extremo al otro para entregar agua, o vaciar en copas delgadas el líquido dorado que sale de una botella blanca mejor conocida como tequila.
Hay dos tragos que tienen que probar si ya están sentados en la barra, con los bancos cerca y sus risas perdiéndose junto a las otras mesas que también cuchichean. El primero es un Gran Jalapeño con tequila, limón, sal, licor de naranja y rodajas anchas del chile que te da un sabor de fuego sin quemarte. No pica y es hasta cierto punto suave.
El segundo cóctel es un kiwi mojito. El Kiwi Mojito es dulce, con aromas tropicales. Su color verde y las pequeñas semillas negras de la fruta flotan en tu vaso junto a un pedazo de menta que acapara por un momento tu atención. Y todo ello se adhiere perfecto a tu paladar y debes de dejar que la frescura de los sabores combinados explote. Te mereces ese segundo de paz en Chamuyo.
La experiencia del bar no puede estar completa sin el vino. El grandísimo vino tinto que es capaz de hacerte olvidar y recordar. De que te pierdas y te encuentres en esa misma hora que estás sentado cantando las penas y buscando respuestas. Si estás en Chamuyo, Chamuyo te dará un Malbec argentino. Pide el de la casa, de la región Mendoza, huele su aroma, mueve tu copa, y piérdete en el sinfín de sabores.
Agradécele a Norberto por ser tu confidente mientras vuelves a conectarte con el amigo, la amiga, el novio, la mamá o a quien sea que llevaste esa noche al restaurant. Y vuelve pronto, porque la experiencia Chamuyo es, todavía, algo más.