Viajando hacia el sur de El Rosario, el panorama toma un extraño y fantasmagórico aspecto. Lechos de arroyos secos y lomas en colores ambarinos, en la distancia se extienden las montañas dándome la impresión de que ahí jamás ha entrado el hombre.
Aquí comienza la Baja California que muchos piensan que es un desafío; el enorme desierto, inhóspito, deshabitado, una tierra salvaje donde apenas llueve.
La inolvidable figura principal de este paisaje es un raro y extravagante cactus llamado cirio o árbol boojum. Este nombre viene de imaginarios y extraños personajes del libro de Lewis Carroll “La cacería de la trampa”. Estos cirios crecen solo en la península de Baja California y parte de Sonora. Los nativos le han dado este nombre debido al parecido a enormes velas.
Pueden parecer también unas gigantescas zanahorias cubiertas de una barba dispareja y espinosa, que en lo alto se divide en finas plumas de tonos naranjas y amarillos como una flama. El cuerpo del cirio va decreciendo en lo alto; esta vara puede llegar a medir 20, 40 o hasta 60 pies de altura.