Originaria de Jalisco, llega hace 48 años al Valle de Santo Domingo, Baja California Sur. El amor de pareja y la adrenalina por la aventura que prometía esta tierra, fueron razones suficientes para que Beatriz la adoptara como su hogar, con profunda gratitud.
“Este lugar me dio todo. Mi esposo y yo llegamos con un carrito, pocas pertenencias y un bebé. Su hermano fue nuestro aval para sacar un rancho a crédito. Nuestra primera cosecha de trigo fue abundante, lo que pagó la deuda y nos permitió invertir en maquinaria.”
[two_first] “Vivimos en ese rancho hasta que nació mi segunda hija. De ahí en 1972 nos mudamos a Ciudad Constitución en Comondú, donde compramos la casa donde aún vivimos. Luego adquirimos otros pequeños ranchos en La Paz. Sembrábamos chile serrano para Hérdez y papa para Barcel.”[/two_first][two_second]
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Conforme la ciudad se desarrolló los ranchos fueron comprados por empresarios o el municipio, sin embargo, los recuerdos para Beatriz son tan vívidos como si se tratase del presente.
“La Paz es como un imán que me llena. Viajo seguido a mi tierra natal, pero al regresar el azul del mar me recibe y siento su energía.”
Siendo tan inquieta y amante del arte culinario, Beatriz desde pequeña se fijaba en los ingredientes de los platillos. Guardaba recetas en un diario, asistía a cursos de cocina y cocinaba para sus hermanos. Cuenta con 33 recetas de birria, de pavo, de cerdo, guajolote o cabrito.
Hace cinco años en la búsqueda por aprender recetas regionales para conocer más las raíces de esta región, emprende una aventura por los cinco municipios de Baja California Sur con ayuda de sus hijas, en coche, a pie y ¡a veces hasta acampando!
“Con el amor que le tengo a esta tierra, al llegar no encontré ningún recetario. Ello me motivó a iniciar este proyecto. En Santa Rosalía probé por primera vez hace 48 años el Sabarín un pastelito relleno de crema pastelera con licor de almendra estilo francés. ¡Nadie quería darme la receta! Me tomó diez años y cuatro viajes para conseguir esa receta de familia. Plasmarlo en el libro Gastronomía de los Zafiros fue un gran placer.”
[two_first]La autora nos comenta que no fue tarea fácil redactar un libro de más de 300 recetas. Entre los retos del proyecto para llegar a las raíces de la cocina sudcaliforniana, fue convencer a la gente a compartir su conocimiento. Es un legado y un rescate que se debe transmitir a las generaciones futuras y por supuesto a los chefs y restaurantes para que el turista pueda probar los sabores de esta península.
“Muchas veces tuve que utilizar el trueque. Les platicaba de guisos jaliscienses con lujo de detalle, de cierto modo con orgullo, poco a poco la gente comenzó a tomar confianza y compartir. ¡A veces hasta como competencia me daban recetas para ganarle a mi platillo o al de la vecina!”
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Más de 170 recetas sudcalifornianas quedaron fuera del primer libro. Decidir cuáles elegir en el primer tiraje fue otro de los retos, por supuesto salieron variantes de algunas porque cada uno le otorga un toque personal. Todas las recetas son para Beatriz como perlas muy valiosas.
“Uno pensaría, ¿qué se comía aquí?, ¿qué ingredientes pueden surgir de un desierto? En esta aventura descubrí paisajes de oasis de mar y desierto convertidos en fuente sólida de alimento. Hay muchos concursos gastronómicos que se organizan entre chefs y escuelas que nos enriquece.”
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Próximamente Beatriz estará publicando un libro de 170 ceviches titulado “Bocado de vida” con el apoyo del Instituto Sudcaliforniano de la Cultura. Un platillo tan versátil que puede servirse como entrada o como plato fuerte.
“Sé que los ceviches tienen sus reglas, pero en gustos se rompen géneros y considero este libro es una revolución de sabores. Utilizo cítricos como maracuyá, granada, naranja, hasta vinagre para marinar los ceviches que pueden ser de mariscos, vegetales y con variedad de aceites y salsas. ¡Estoy orgullosa!”