Queridos lectores,
Tenía una curiosidad especial por las historias que circulaban sobre el Valle de Santo Domingo, situado en el corazón de Comondú. Para esta edición, decidimos emprender el viaje y escuchar, de viva voz, los relatos de los descendientes de aquellos valientes colonos que se aventuraron a poblar estas tierras fértiles.
Uno de los testimonios más conmovedores fue el de Don Rubén González González, quien llegó junto con su familia a los 10 años. Nos compartió: “Las cartas del general Agustín Olachea Avilés eran como un faro. Nos recordaba que ‘Baja California necesita hombres de buena voluntad que exploten sus riquezas’, y esa frase que acuñó en sus cartas de correspondencia se convirtió en lema de vida para todos nosotros”. Doña Chuy, hija de otro pionero, añadió: “Tenía 19 años cuando nos mudamos para el Valle de Santo Domingo, llegamos a la ciudad de La Paz donde tomamos un autobús que nombraban Vencedores del desierto”.
La colonización agrícola del valle comenzó alrededor de 1950, impulsada por el sueño y la visión del general José Agustín Olachea Avilés. En aquel entonces, los pioneros enfrentaron condiciones climáticas extremas, donde la sequía y el calor desafiante eran el pan de cada día. Sin embargo, su determinación y trabajo incansable lograron abrir surcos en la tierra y en la historia. Nunca les faltó voluntad para transformar el desierto.
Hoy, el esfuerzo de esos colonos que conquistaron el Valle de Santo Domingo se refleja en la prosperidad de Ciudad Constitución y Ciudad Insurgentes. Las cosechas abundantes, la ganadería y hasta el cine son testimonio del legado de los vencedores del desierto que siguen influyendo en cada rancho y en cada historia familiar.
Celebramos la epopeya de quienes con coraje y esperanza conquistaron el Valle de Santo Domingo, cuyo legado continúa inspirando a nuevas generaciones.