Un relato del escritorio de Laura G. Bueno

Hay coincidencias en el significado de las palabras, como podemos apreciar. La palabra temazcal contrasta su pequeñez, con la grandeza de California, ambos términos implican lugares cálidos. El primero es un espacio reducido, que significa “casa donde se suda” del náhuatl: temazcalli. Consiste en un baño de vapor medicinal y relajante. Algunos modernos spas lo incluyen en sus servicios, porque es muy solicitado.

 

Por otra parte, California toma su nombre de la palabra española “Cala”, que significa pequeña ensenada de mar y del latín “Fomix”, que se traduce como bóveda. También, se dice que cuando Hernán Cortés descubrió estas tierras, al querer lucir su conocimiento del latín, las bautizó con el término “Callinda Fomax”, a causa del calor que sintió al llegar a la península, que se pensaba era una isla.

El temazcal, generalmente, está construido con piedra y barro en forma de iglú, de aproximadamente 1.5m. de alto y 2m. de largo. La estructura puede tener forma cuadrada o redonda, aunque los segundos son los comunes. La entrada está cubierta con una manta y el interior queda casi a oscuras. El uso del vapor en conjunto con determinadas hierbas tiene propósitos medicinales, puesto que desintoxica y hace sudar al cuerpo.

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En el exterior a través de un muro de piedras, se quema leña en una hornilla “tlexictli”. El fuego sirve para calentar el interior, impidiendo que el humo se introduzca al temazcal. En el interior, una pequeña hoguera “tlalchinolli” eleva la temperatura para calentar el agua.

Las personas entran de espaldas al temazcal para evitar el golpe de calor en el rostro, mareo o vómito. Una vez dentro, deben permanecer recostados, boca arriba. Posteriormente, el bañador o temazcalero arroja agua caliente “el tlazas” a las paredes, utilizando unas palmas, para hacer que el vapor descienda “tlalchihuiz” sobre los bañistas. Con las ramas se dan ligeros tientos y se cambian de posición para sudar totalmente.

En la segunda parte del ritual se retira la manta de acceso y se introduce agua caliente con infusiones de hierbas para enjuagar todo el cuerpo, excepto la cabeza. Se proporcionan piedras pequeñas y lisas para que los bañistas froten con cuidado su cuerpo y eliminen la piel muerta. Se vuelven a limpiar con agua caliente y deben jabonarse con un zacate. Finalmente, se lavan la cabeza con agua fría. Antes de salir, vuelven a limpiarse el cuerpo con agua caliente, menos la cabeza, lo que es necesario para equilibrar la temperatura.

El temazcal tiene efectos físicos, médicos, terapéuticos y emocionales. La relajación y meditación profunda evocan el recuerdo de la estancia en el vientre materno; se considera un ritual curativo y de purificación, pues si el cuerpo está limpio, el pensamiento también.

Al terminar la experiencia, se sale del temazcal con la cabeza por delante y una vez fuera y cubiertos, debe descansar unos 30 minutos sin tomar bebidas frías, hasta una hora después.

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Tradicionalmente, cuando se terminaba la construcción del temazcal, se bautizaba con pulque, poniéndole un nombre. Se realiza una gran comida y fuegos artificiales en honor de “Toci” (la abuela), conocida como el santo patrón de los temazcaleros, médicos, parteras, yerberas y adivinos. Su figura se colocaba en la entrada y en medio de una ofrenda floral.

Los temazcales eran utilizados por varias culturas nativas de América. Los mayas lo llaman “zumpul-che”; en la mixteca se conoce como “ñihi”; para los purépechas era conocido como “huringuequa”. En lo que se conoce como Mesoamérica, la oscuridad del temazcal se relacionaba con una cueva, recordándoles al dios “Texcatlipoca”.

Los arqueólogos han descubierto en México temazcales ancestrales en las ruinas de Teotihuacan, Tlaltelolco, Tula, Xochicalco, Monte Albán y en las zonas mayas: Palenque, Chichen Itza, Tikal, Tulum y Dzibilchaltun. En algunos municipios del Estado de México aún se pueden encontrar nombres relacionados con el temazcal: Temascaltepec, Temascalcingo y Temascalapa.

Cuando los españoles conquistaron América, lo utilizaban como baño y remedio terapéutico. Durante la época colonial se perdió la tradición hasta llegar a ser prohibida, por considerarse deshonesta la convivencia en un espacio oscuro y reducido de mujeres y hombres.

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Los baños de vapor han existido en diferentes culturas del mundo. Son famosos los baños romanos, por ejemplo. La modernidad ha simplificado las instalaciones de los baños de vapor y podemos encontrarlos en algún spa o club deportivo, aunque carecen del ritual, tradición, misticismo, misterio y religiosidad del temazcal.

 

En diversas regiones de nuestro “gran horno caliente” en la península podemos encontrar temazcales, como en La Paz, capital de Baja California Sur y en ranchos cerca de Tecate, en Baja California; además, que el clima de esta región permite disfrutar de la naturaleza y deportes al aire libre. Los servicios que la industria hotelera ofrece para la relajación y el descanso son variados y profesionales, complemento ideal a la calidez de nuestra gente.

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