Mucha gente le tiene miedo, respeto o rechazo a la práctica del yoga. Medios y redes sociales venden el “modelo ideal”: debemos ser atletas, tener un cuerpo perfecto o irnos como ermitaños a los Himalayas. No me extraña la gran confusión existente sobre el yoga. Ni pretzels, ni donuts, ni croissants; ¡olvídate de las posturas extravagantes para Instagram!
El secreto olvidado del yoga es dar a la respiración su lugar primordial: localiza un buen maestro que se preocupe genuinamente por ti, por tu salud, con un yoga adaptado a tus necesidades; que te conecte con la intimidad de tu propio cuerpo, que calme la mente, que te haga presente para ti y para el mundo. Unos pocos minutos al día, una práctica constante, no obsesiva, acorde a tu edad, salud, condición física y creencias espirituales o a la carencia de ellas. La respiración adecuada te libera emocionalmente, te ecualiza dando mayor balance ante las propuestas de la vida, incluyendo la frustración, la inestabilidad y la ansiedad que estamos viviendo.
Mi maestro, Mark Withwell*, del linaje de Krishnamacharya, dice que … “āsana (las posturas) y pranayama (ejercicios de respiración), son el medio para participar y conectar con esa energía creadora que compartimos con toda la existencia, “el poder del Cosmos”. La meditación es una consecuencia natural de la práctica”.
Siendo más equilibrados y compasivos, podremos dejar un mejor planeta a nuestros hijos y mejores hijos al planeta.
Yoga y alimentación adecuada fortalecen el sistema inmunológico y te relajan…hasta la próxima.
*Autor de La Promesa y Yoga of the Heart, editor y coautor de El Corazón del Yoga – Desarrollando una Práctica Personal (Desikachar) | www.heartogyoga.com