En busca de una perla

“En las oscuras profundidades del Mar de Cortés una fina partícula de arena penetra el cuerpo de una ostra causándole una herida. El molusco sufre y tolera el dolor que le provoca la intromisión, sin embargo, se resiste a vivir así. Al ver que su tranquilidad es amenazada recurre a un proceso interno de defensa que permanecía dormido. Con paciencia y persistencia, la ostra empieza a derramar miles de lágrimas de nácar cubriendo poco a poco el cuerpo del intruso, protegiéndose, haciéndose más fuerte y transformando su sufrimiento en una exquisita perla.”

Desde que las nativas pericúes las lucían en sus tocados, de las aguas sudcalifornianas han surgido muchas perlas que incluso han sido origen de diversas obras literarias; pero respecto a aquella encontrada en la Bahía de La Paz, Baja California Sur en 1883, tenemos una historia legendaria pendiente de rescatar. El relato de la voz del pueblo paceño que cuenta que la Corona Imperial Británica luce una perla mexicana me ha fascinado desde un principio haciéndome presa de una investigación por casi 7 años. El viaje a través de los libros leídos y de las personas que he conocido para aproximarme a la verdadera historia ha sido muy enriquecedor.

Documentado por la prensa de la época, la reina Elizabeth II visitó la ciudad de La Paz en febrero de 1983, entre otros puertos del litoral del pacífico mexicano. La Monarca, a bordo de su yate real, Brittania, aprovechó el viaje para conocer las aguas de donde se había extraído, cien años antes, una de las perlas más grandes de su corona. Si bien podemos constatar el recorrido de la embarcación inglesa y, el interés de la Soberana y del Príncipe Consorte por conocer las bahías y la fauna local, no tenemos evidencia del resto. Los periódicos custodiados en el Archivo Histórico Pablo L. Martínez no mencionan que la visita de la Reina se relacionara con la joya y tampoco contamos con el testimonio del fallecido Gobernador Alberto Andrés Alvarado Aramburo, ni de su esposa, quienes atendieron la visita de Estado.

Revisión de periódicos en Archivo Histórico Pablo L. Martínez en La Paz, BCS.

Si bien es cierto, existió una perla de tamaño singular propiedad del señor Antonio Ruffo, comerciante y dueño de los almacenes “La Perla de la Paz” en donde estuvo aparentemente exhibida la gema valiosa. Su belleza captó la atención de los británicos y finalmente por diversas conexiones se entregó como obsequio al entonces Soberano para después ser colocada en una de sus coronas. No me atrevería a sostener que conozco el paradero de la perla y, aunque he visto la Corona Imperial Británica en tres ocasiones, habiendo comprado múltiples libros sobre ella, no he encontrado uno que la identifique. Ni la misma Reina de Gran Bretaña ha narrado la historia de la perla aún y cuando tuvo oportunidad de hacerlo en aquella entrevista que le hicieron en donde da los detalles de las joyas y perlas de su corona. Si bien, la Monarca habló de otras perlas, omitió mencionar el origen de dos ellas, en donde bien pudiera estar la perla mexicana.

 Corona Imperial Británica

Con el interés de conocer la verdadera historia de la perla, escribí a la Reina Elizabeth II desde el domicilio de un amigo en Gran Bretaña. Cuatro meses después, el correo real entregó en ese domicilio un sobre a mi nombre. El sello de “EIIR” Buckingham Palace resaltaba en color rojo con la fecha de 23 de noviembre de 2018. Si bien la Monarca no respondía la pregunta específica respecto al paradero de la perla en cuestión, su Coordinadora de Correspondencia me dirigió a los Archivos Nacionales de Gran Bretaña para continuar con la investigación.

Carta que responde Buckingham Palace a Laura G. Bueno en 2018

Por medio de mi estimada amiga Sue Saarnio, a finales de 2019, conocí a Corin Roberston, Embajadora de la Gran Bretaña en México con quien tomé el tradicional té inglés en sus antiguas oficinas de Río Lerma. Después de una charla con la representante del gobierno de Reino Unido en la que compartí fotografías de la visita de la Monarca a Baja California Sur, la Embajadora mostró un interés auténtico por la perla y me dirigió con los primeros joyeros oficiales de la Corona inglesa (House of Garrard, 1735).

Un viaje a Gran Bretaña era necesario y con esa intención, en marzo de 2020, escribí a las instituciones inglesas referidas por House of Garrard. Estando en comunicación directa con la oficina del Secretario Privado de los “Royal Archives” y la Curadora de Arte del “Royal Collection Trust” y en plena averiguación, llegaron tiempos extraordinarios. Me vi obligada a suspender el viaje de investigación de la Corona Imperial Británica y sus joyas por otra clase de Corona. Habiéndose cerrado museos y archivos, el país que rige el horario con el Meridiano de Greenwich también cerraba sus puertas al exterior.

El año 2020 me ha hecho esperar, pero no olvidar lo que quedó pendiente. Una vez que encuentre esa perla que se formó en las aguas del Mar de Cortés y que viajó a otras latitudes, pondré un punto final en mi cuarto libro denominado ¿En dónde está la Perla?

Las historias se pasan de boca en boca y muchas veces no se escriben haciendo que se pierdan con el tiempo.  En el caso de la perla en cuestión, sea ficción o realidad, existirá una historia.

Deseo que, en estos momentos, atesoren todo aquello que no tiene precio, la buena compañía y la salud de sus seres queridos.

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