La actividad en el muelle comienza con los primeros rayos de la mañana al prepararse las embarcaciones que saldrán a la pesca, manteniéndose el ritmo del trabajo que le ha dado vida al puerto desde los años veinte, cuando se instaló la empacadora de productos marinos en la bahía.
El estilo de cocina se une a los sabores del mar con la tradición de la serranía, por lo que se puede degustar la machaca de pescado y los callos de hacha con tortillas de harina, los chiles rellenos de atún y las empanadas de marlín con queso, sin omitir las fusiones con la gastronomía internacional de donde se asoman platillos frescos y originales. La calidez del clima que envuelve las tardes incita a refrescarse con un helado o raspado, esperando a que aminore la temperatura para caminar por las plazas comerciales, encontrarse con amigos en un café o buscar una buena lectura en alguna de las librerías.
Sin duda el fin de semana es para distraerse en eventos culturales de la Plaza Amelia Wilkes, tomar el sol en la Playa El Médano o, por qué no, en la vibrante vida nocturna de los clubs y bares del centro.