Son diversos los aspectos históricos que pueden atraparnos del carácter misional de Santiago. Uno de ellos, es la vida de Lorenzo Carranco Barrientos, originario de Cholula, Puebla –en aquel entonces, Nueva España—. Este misionero jesuita fue enviado a la península en 1727 para suceder al jesuita siciliano, Ignacio María Nápoli, en la Misión de Santiago de los Coras. Desafortunadamente, fue asesinado por los pericúes, luego de ser atado y arrastrado por las inmediaciones. Años más tarde, de forma similar, el misionero jesuita Nicolás Tamaral sería también ejecutado el 2 de octubre de 1734.
Lorenzo Carranco hizo prosperar esta misión gracias a su perseverancia en la evangelización. Muchos habitantes se convirtieron al cristianismo bajo su dirección. Les enseñó a construir viviendas, cultivar la tierra y domesticar animales. A pesar de su labor, había algunos nativos que dudaban en abandonar sus costumbres, como, por ejemplo, la poligamia. Esto trajo como consecuencia levantamientos en contra de los misioneros y desató violencia.
A 300 años de la fundación de Santiago de los Coras
La cruz personal del jesuita Lorenzo Carranco, a pesar de ser de madera, sobrevivió a la hoguera y fue enviada a sus familiares a Cholula, ellos por generaciones la han custodiado. En la sacristía de la iglesia parroquial de San Pedro Cholula se encuentra ahora un cuadro en memoria de su legado.
Con esta historia detrás, los parientes de Lorenzo Carranco viajaron desde Cholula, Puebla hasta Santiago, Baja California Sur, para recopilar más información sobre vida y obra del misionero, de esta manera, iniciar una investigación que documente las virtudes que sean admitidas para el proceso de beatificación. Su compromiso por preservar es inspirador, habla del sincero amor y respeto por el legado de la familia Carranco.