AIRAPÍ

La Paz, la perla más hermosa de los mares del sur, Airapí te llamaban aquellas gentes morenas que te poseían, a quienes les pertenecías en cada piedra, en cada aguaje, en cada suave loma, en cada concha, en cada atardecer y en cada perla.

El Golfo de California tiene un lugar en nuestra historia por derecho propio, circunda pleno de vida las accidentadas costas en la península hasta llegar a crear un espejo en la ensenada del puerto de La Paz, “lugar de asentamiento de los Aripa que habitaban la parte interior de la bahía de La Paz” – Miguel León Portilla-. Pero antes de mencionar el puerto, es imprescindible rememorar aquella isla mítica, de nombre mágico que naciera en la leyenda…

“La historia de California es de muchos siglos atrás, nace antes del siglo VIII, ya se hablaba de ella durante el reinado de Carlo Magno. En el Cantar de Roldán el más antiguo de los cantares de gestas románticos y uno de los primeros poemas épicos con resonancias míticas se menciona su nombre.

El Cantar de Roldán fue escrito hacia fines del siglo XI, tres siglos después de que sucedieron los hechos. El poema o canción da cuenta de la muerte de Roldán y menciona reinos lejanos, unos reales y otros nacidos en la fantasía. Siendo uno al que se nombra CALIFORNIA o CALIFERNE:

Muerto está mi sobrino que tantas tierras conquistó

Contra mí se revelarán los sajones

Y los húngaros y los búlgaros y tantos otros

Los romanos, los pulleses y los de Palermo

Y los de áfrica y los de CALIFERNE

El nombre California aparece de nuevo varias centurias después a finales del siglo XV, en una novela basada en leyendas y mitologías antiguas que lleva el título de Las Sergas de Esplandián. Novela de gran éxito que fue leída durante todo el siglo XVI, Siendo su autor Garci Rodríguez de Montalvo.

En dicha novela uno de los personajes lleva el nombre de Calafia, una poderosa guerrera que reina en una isla llamada California habitada solo por mujeres, hermosas amazonas negras. En la trama de la novela, Calafia se enamora de Esplandián sin lograr consumar su romance.

Los estudiosos de la cartografía del siglo XVI, dan cuenta de que el nombre California aparece en dos ocasiones para determinar el sitio de lo que se suponían era una isla. El testimonio de la primera vez, se da al encontrarse escrito sobre el mapa en el lugar de lo que hoy conocemos como Cabo San Lucas, hecho que se suscitó durante la entrada de Hernán Cortés en 1535 a la Bahía de La Santa Cruz.

Cortés envió a un grupo de soldados a explorar por tierra el nuevo territorio los que lograron llegar hasta el Cabo, y al contemplar los farallones y el arco de piedra que daban la impresión de salir del fondo del mar, los soldados de inmediato relacionaron esta visión con los paisajes que se describían de la mítica isla California en la novela Las Sergas de Esplandián, tantas veces leída por ellos.

Dándole por ello a este lugar, el nombre de Cabo California.

Al poco tiempo los soldados se referían al sitio recién descubierto como “Isla del cabo California” y seguramente para llamarla de manera más breve la mencionaban solamente como “Isla California”.

Siendo hasta la edición del mapa de Abraham Ortelius Americae Sive Novi Orbis Nova Descriptio, en 1587, que el nombre California aparece ya para designar a la “Isla” completa, 25 años después de que apareciera en los mapas, el “Cabo California”. (AGREGAR MAPA)

Es fácil imaginar la expresión en los rostros de los navegantes que se acercaron a sus costas, al contemplar la belleza nítida de su entorno y el salvaje contraste del desierto con el mar.  A pesar de traer en la mira sólo apoderarse de las riquezas tan ponderadas, la vista que tenían al frente los debe de haber subyugado, sin duda alguna.

Contextualizando la historia, en el transcurrir de tres siglos la California como isla idealizada descubierta por Fortún Jiménez Bertadoña, fue el sueño anhelado de muchos, en ese transcurrir de tiempo las flotas enviadas por Cortés en busca de riquezas fueron y vinieron.

En 1535 Cortés, viendo los fracasos de las expediciones que enviara con intenciones de conquista, decide acudir personalmente, y tras desembarcar en la costa toma posesión de la “isla” a nombre del rey de España. El expedicionario le dio al sitio el nombre de Bahía de La Santa Cruz, por celebrarse ese día, el 3 de mayo al símbolo de la cristiandad.

El acto de posesión fue infructuoso, a pesar de que Cortés nombrara al Doctor Juan González de Valdivieso como primer alcalde de la colonia que pretendía fundar, su proyecto no prospero, permaneciendo sólo unos meses en la Santa Cruz, lo que más tarde se comprobaría que era una península.

La Califerne, La California o La Antigua California, la primera y original, demostró ser cimarrona y orgullosa, única, y a la vez tan noble como un caudal, ya que no era bajo la espada y la ambición que se doblegarían la tierra, las sierras, las costas, sino que todo en conjunto esperaban algo más noble.

Los años se envuelven en la fragancia y el murmullo de las olas que llegan a la playa de la ensenada de La Paz, nombre que había recibido del Capitán Sebastián Vizcaíno, en 1596.

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