Sublevación Pericú

Josafat de la Toba & Anibal Castro

Este proyecto original con concepto fue creado por Anibal Amador Castro y Josafat de la Toba

“Como Anibal Amador Castro es buenísimo para platicar (como buen choyero joséfino), y a un servidor le gusta tomar fotos, nos motivados en aportar el concepto de vida de los indígenas Pericúes. Así que le dedicamos el tiempo y la energía necesaria para crear la historia de los primeros pobladores de Los Cabos en nuestra peculiar estilo, esperemos esta muestra trasmita la conexión con nuestro entorno.”

[two_first] Entre costa y desierto un grupo indígena sobrevivía a la sombra de un palmar, Añuití “lugar entre palmeras”, el vergel de la etnia edúe una fuente de recursos que aminoraba las penurias en esta agrietada y reseca tierra, hombres y mujeres sabedores de ancestrales prácticas para la sobrevivencia. Pronto una mirada se ausentó y profundizó en el horizonte, objetos extraños se aproximaban era el preludio del contacto con los europeos.
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Las relaciones entre los indígenas y los misioneros iniciaron con fricciones debido a la insistencia de los evangelizadores para que dejaran sus costumbres, la principal de ellas, la poligamia, una estrategia de sobrevivencia humana vista como una conducta demoníaca ante los ojos de los misioneros. A principio de 1733 en las misiones de Santiago y San José del Cabo; cuando un gobernador indígena de nombre Domingo Botón fue reprendido y castigado públicamente por órdenes del Padre Lorenzo Carranco.

En San José del Cabo, el líder de las comunidades indias Marcelino Chicori, también sufrió la ira del Padre Nicolás Tamaral. Según el Padre Venegas, Marcelino Chicori y Domingo Botón se visitaban con frecuencia en sus respectivas rancherías y como tenían ascendencia sobre las poblaciones, pronto incorporaron a otros jefes indígenas, de ser así, fue fácil transmitir sus inconformidades y darle dirección a una forma de resistencia étnica.

Durante el mes de agosto, los rebeldes dieron muerte a un soldado que campeaba ganado en la Misión de San José del Cabo, la muerte de un mozo en Todos Santos, y la muerte del único soldado que vigilaba el recinto misional de La Paz. Los rumores de una sublevación llegaron a oídos de los tres misioneros que operaban en la región pericú.

[two_first] Las amenazas de muerte y estaban hechas. El día primero de octubre de 1734, un enardecido grupo de indios pericúes dirigidos por Cristóbal Abúe; sacó al padre Lorenzo Carranco de su cabaña para lanzarle un buen número de flechas, para continuar con algunas otras laceraciones a su cuerpo. El domingo 3 de octubre del mismo año, muy de mañana el padre Nicolás Tamaral de la Misión de San José del Cabo corría la misma suerte.
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Un grupo de indígenas penetró hasta su habitación, fue agredido, flechado y finalmente echado a las llamas junto con objetos de uso religioso. El día 4 de octubre por la tarde el Padre Segismundo Tavaral de la Misión de Todos Santos se dio por enterado de los acontecimientos de Santiago y San José del Cabo. Supo por información de algunos indígenas cercanos a la iglesia lo que había ocurrido e inmediatamente acompañado por su escolta y varios indios auxiliares, se dirigió a la misión de La Paz para después llegar a Loreto.

Mientras tanto los rebeldes orgullosos de su éxito efímero destruían todo vestigio de los españoles, locales misionales, enseres y símbolos religiosos. El fuego y la muerte acabaron con todo lo que fuera presencia extraña en tierra de los pericúes. Con las primeras fuerzas que llegaron a Loreto, el Capitán Esteban Rodríguez Lorenzo organizó su tropa para realizar las primeras campañas de reconquista. 25 soldados presídiales y cien indios flecheros y muchos auxiliares californios conformaron el ejército para la reconquista espiritual. Ante la imposibilidad de vencer a sus enemigos; los soldados actuaron sobre la parte más débil de la población. Se dedicaron a la captura de mujeres y niños, se les envió a Loreto y luego se les desterró a otros lugares.

Bernal de Huidobro Gobernador de las Provincias de Sonora y Sinaloa desplegó sus fuerzas; demostrando la superioridad bélica de su ejército, logró dar con los cabecillas responsables de la sublevación. En dos años aproximadamente sofocó la rebelión. En 1737 remitió procesos a la Ciudad de México a 25 indios pericúes en los que destacaron los principales líderes indígenas Cristóbal Abúe, Domingo Botón, Marcelino Chicori, Francisco Meté, Felipe Caichané y 20 indígenas más, que durante el largo viaje hasta la capital de la Nueva España prefirieron darles muerte en el camino.

La misión desestabilizó a la población aborigen rompiendo sus estructuras socioculturales y de sobrevivencia. Finalmente, los indios se extinguieron. Como vestigio de estas culturas, encontramos algunas expresiones de arte rupestre dentro de nuestro municipio.

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